jueves, 19 de diciembre de 2013

MATERIAL PARA EL ESTUDIO DE GOETHE Y EL WERTHER

1. GOETHE Y SU ÉPOCA

Tal como ocurre con Boccaccio o Shakespeare, también la obra de Goethe se sitúa en un momento de transición entre dos épocas históricas y artísticas diferentes: el racionalismo clásico del siglo XVIII y la agitación revolucionaria del Romanticismo.

En contraste con el turbulento siglo anterior, el hombre del siglo XVIII busca sobre todo el bienestar y la felicidad, interesándose fundamentalmente por los aspectos prácticos de la existencia, lo que provocará una gran mejora en las condiciones de vida: higiene, medicina, técnicas agrícolas… y un importante aumento de la población.  Se impone el gran movimiento cultural de la Ilustración, que pone en cuestión todos los valores y creencias del siglo anterior. Las bases de la Ilustración son el racionalismo y el criticismo.

El racionalismo supone el triunfo de la razón sobre el dogma: se rechaza el principio de autoridad –todo debe comprobarse-, y se impone el principio de la armonía universal, desarrollado por Locke a partir de Newton y Descartes, según el cual el universo es armónico porque ha sido creado por un ser superior, que coincide con la razón, y hay una ley natural que lo rige. Los hombres nacen libres e iguales, con unos derechos inherentes que no se pueden violar. La finalidad primordial del ser humano es el bienestar y la felicidad. Desde el criticismo se cuestionan y critican todas las instituciones que impiden o perturban la puesta en práctica de esos principios: el absolutismo, la Iglesia, las estructuras económicas y sociales… Se propugna la división de poderes y el no intervencionismo del Estado en materia económica:la teoría del libre cambio, de Adam Smith, según la cual la economía debe actuar libremente porque está regida por sus propias leyes: la ley del interés, la ley de la armonía universal y la ley de la oferta y la demanda.

Artísticamente, la tendencia dominante es el Neoclasicismo, caracterizado por la recuperación de las formas clásicas. La literatura es predominantemente didáctica y utilitaria, y su centro es Francia: Voltaire, Montesquieu, Diderot y los enciclopedistas.

Todo el gran movimiento de la Ilustración, con sus ideales reformistas e igualitarios, desembocará en la caída del Antiguo Régimen con la Revolución Francesa en 1789. De la ruptura de los ideales racionalistas surgirá el Romanticismo, durante la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo. Algunas de sus características ya se aprecian en la segunda mitad del XVIII, en el periodo llamado Prerromanticismo. Esta tendencia prerromántica puede observarse en varios países europeos. En Francia, cuna del clasicismo y la Ilustración, aparece la figura de Rousseau, que sostiene que la cultura es la causante de todos los males de la humanidad y defiende el valor de los sentimientos por encima de la razón, con lo que anticipa la sensibilidad romántica. Sus ideas, recogidas en El contrato social, influyeron en gran medida en la Revolución Francesa. (SIGUE)


También en Inglaterra, donde el racionalismo ya había sido cuestionado desde el origen por filósofos como Hume o Berkeley, se da un movimiento prerromántico: la novela gótica, que culminará ya en pleno Romanticismo en obras como Frankestein, de Mary Shelley o el Drácula de Bram Stoker; y sobre todo la poesía, con atores como William Blake o James Macpherson (impulsor del “osianismo”, una de las claves de la estética romántica).
Pero será en Alemania donde el Prerromanticismo cobre mayor importancia, gracias al nuevo estilo llamado Sturm und Drang (Tempestad y Empuje), que toma su nombre de una comedia de Max Klinger estrenada en 1776. Este estilo defiende el sentimiento y la libre fantasía frente a la razón y las reglas clásicas. Su principal teórico es J.G.Herder, y los autores más significativos son Goethe y Schiller.

Todas estas tendencias anticipan el Romanticismo, que será el movimiento dominante durante la primera mitad del siglo XIX, aunque sus límites son imprecisos: en algunos países, como España, se extiende incluso durante la segunda mitad del siglo. El Romanticismo se caracteriza por los grandes contrastes. Los ideales racionalistas han fracasado, y Europa se ve sacudida por grandes cambios políticos (últimos intentos de sostener el Antiguo Régimen), sociales (clases abiertas, igualdad legal, aparición del proletariado) y económicos (revolución industrial). Como consecuencia de ello, el pensamiento europeo se orienta en direcciones contradictorias: el idealismo de Hegel (para el que la realidad no es algo estático, sino que se desarrolla en un continuo movimiento dialéctico de tesis, antítesis y síntesis), los nacionalismos (que unen: Alemania, Italia; o separan: Grecia de Turquía, Polonia de Rusia), la lucha entre defensores del liberalismo y del absolutismo, e incluso la aparición de nuevas ideologías, como el socialismo utópico.

Toda esta convulsión hace del romántico un artista desengañado con la realidad, que ya no puede confiar en la razón y que debe evadirse a otros mundos imaginarios, más bellos y satisfactorios. Así, el Romanticismo va a caracterizarse por:

  • La supervaloración del “yo”: el artista cultiva preferentemente la expresión de su subjetividad, de sus sentimientos individuales.
  • La exaltación de la libertad: ruptura de la todas las normas artística, rechazo de la tradición y de las convenciones sociales, gusto por la vida solitaria.
  • La actitud de angustia y desesperación ante el presente (el “mal del siglo”): amores desgraciados, angustia existencial.
  • El desarrollo de los elementos pasionales y sentimentales, llevados al extremo.
  • El sentimiento del paisaje en relación al estado de ánimo del contemplador.
  • El interés por lo imaginativo, los sueños, el misterio, la noche.
  • La preferencia por los entornos desmesurados: cementerios, abadías, castillos; y por la naturaleza violenta: tormentas, montañas, mares tempestuosos.
  • El gusto por los ambientes exóticos: Oriente, China, Norte de África.
  • La idealización del pasado histórico, especialmente el medieval.

La literatura romántica se extiende por toda Europa, a pesar de lo efímero del movimiento. En Alemania una nueva generación sustituye a la de Goethe, con autores como Hoffmann o Heine. En Inglaterra destacan autores como Walter Scott –creador de la novela histórica, uno de los géneros preferidos durante el Romanticismo-, lord Byron –prototipo del poeta romántico- o John Keats. Y en Francia se impone la figura de Víctor Hugo, autor muy prolífico y que cultivó todos los géneros.

Del mismo modo que el Romanticismo surge del fracaso de los ideales racionalistas, su final vendrá determinado por la aparición de nuevas ideas, vinculadas a la creciente importancia del proletariado como clase social: su actividad política, el interés por el análisis de la realidad para cambiar las condiciones de vida, el nacimiento del comunismo, el positivismo…
2. WERTHER Y LA OBRA LITERARIA DE GOETHE

Johann Wolfgang von Goethe nació en 1749 en Frankfurt hijo de un funcionario del gobierno. De 1765 a 1768 estudió Derecho en la Universidad de Leipzig; allí empezó a interesarse por la literatura y la pintura y se enamoró de la hija de un comerciante de vinos en cuya taberna solía cenar, amores que se reflejan en su poesía más temprana y en sus primeras obras dramáticas. Goethe enfermó en Leipzig y volvió a Frankfurt, donde, durante la convalecencia, estudió filosofía ocultista, astrología y alquimia. A través de la influencia de una amiga de su madre se introdujo en el misticismo religioso. De 1770 a 1771, estuvo en Estrasburgo para proseguir sus estudios de Derecho; además profundizó en los estudios de música, arte, anatomía y química.

En Estrasburgo, Goethe hizo dos amistades importantes para su vida literaria. Una fue la de Friederike Brion, que tarde le serviría de modelo para personajes femeninos de sus obras, incluyendo el de Gretchen en su drama poético Fausto. La otra amistad, que más tarde reconoció como la experiencia intelectual más importante de su juventud, fue la del filósofo y crítico literario Johann Gottfried von Herder. A partir de la influencia de Herder, Goethe se hizo un escéptico sobre la validez de los preceptos del clasicismo francés que prevalecían indiscutidos en la Alemania de la época. Herder enseñó también a Goethe a apreciar las obras de Shakespeare, y a darse cuenta del valor de la poesía popular alemana como fuente de inspiración para la literatura.

Tras graduarse en Derecho y volver a Frankfurt para ejercerlo, escribió varias obras, con las que inauguró el movimiento literario conocido como Sturm und Drang precursor del romanticismo alemán. El año siguiente, como resultado de un desdichado incidente amoroso con Charlotte Buff, prometida de uno de sus amigos, Goethe escribió la romántica y trágica historia de Las desventuras del joven Werther (1774).  El año 1775 se trasladó a Weimar, que entonces era uno de los centros intelectuales y literarios de Alemania. Desde 1775 y hasta su muerte, Goethe tuvo su residencia en Weimar, con la excepción del periodo en Italia, y desde allí su influencia como escritor se extendió por toda Alemania. Los primeros diez años de este contacto con la corte de Weimar fueron para él un período de desarrollo intelectual más que de producción literaria. Adquirió experiencia en la administración pública y continuó sus trabajos científicos, estudiando mineralogía, geología y osteología (el estudio de los huesos). Escribió poco durante los primeros diez años de su estancia en Weimar, si se exceptúan algunos magníficos poemas inspirados por Charlotte von Stein. Entre 1786 y 1788 vivió en Roma. De nuevo en Weimar comenzó un periodo de gran creatividad literaria, hasta su muerte en 1832.

La obra de Goethe es amplia y extensa: fue poeta, novelista, dramaturgo y científico. La poesía de Goethe expresa una nueva concepción de las relaciones de la humanidad con la naturaleza, la historia y la sociedad. Destacan entre sus obras poéticas las Elegías romanas y el Diván de Oriente y Occidente. Sus novelas reflejan un profundo conocimiento de la individualidad humana. Además del Werther, otros títulos significativos son Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, Las afinidades electivas y Los años de formación de Wilhelm Meister.

El teatro de Goethe es fundamental para el desarrollo del movimiento romántico. Tras unas primeras obras, escribe la tragedia Götz von Berlichingen, inspirada en Shakespeare, con la que inaugura el movimiento Sturm und Drang. Igualmente importantes son los dramas Ifigenia en Táuride y Egmont. La principal obra de Goethe es el poema dramático Fausto, publicado en dos partes, la segunda de ellas póstuma. Se trata de un extenso y complejo drama poético-filosófico, donde se reflexiona sobre el destino humano a través de la historia del protagonista, Fausto, que vende su alma al diablo a cambio de la sabiduría, la juventud y el amor.

Además de sus obras literarias, Goethe fue autor también de textos científicos sobre diversos temas, manifiestos, como el fundacional Sobre el estilo y el arte alemán, libros de viajes y su autobiografía, Poesía y verdad. En general, sus primeras obras se sitúan en la línea prerromántica del Sturm und Drang, mientras que a partir de su estancia en Italia se observa una vuelta a un estilo más clásico, sin renunciar a los temas románticos. La importancia de la obra de Goethe puede ser juzgada por la influencia que sus escritos críticos, su poesía, sus dramas y sus novelas ejercieron sobre los escritores de su época y sobre los movimientos literarios que él inauguró y de los que fue la figura principal.

Las desventuras del joven Wether se publicó en 1774 y supuso una clara ruptura con la tradición literaria alemana vigente en su momento y conmocionó a la sociedad: premonitoria de los grandes fenómenos de masas, esta obra consiguió influenciar el lenguaje, las pasiones y hasta la estética de la juventud de su tiempo.



Werther es un joven apasionado y sentimental que abandona su ciudad para retirarse a la soledad de Wahlheim, una tranquila e idílica aldea donde se dedica a la pintura y a la lectura. En esta aldea conoce a Lotte, una hermosa muchacha de la que queda absolutamente prendado. Pero Lotte está prometida con Albert, un honrado lugareño. El amor brota del corazón del joven Werther. Se entrega a una rutina de visitas y anhelos amorosos. La vida del joven discurre, desde entonces, entre la esperanza de una posible relación con Lotte y la desesperanza ante la imposiblidad real de dicha relación. Werther intenta enderezar su vida, cambiar de rumbo, pero sus sentimientos serán más fuertes que su razón. La noticia de la inminente boda de Albert y Lotte lo sume en un profundo desasosiego. Todo lo que antes era hermoso y tranquilizador se ha convertido en insoportable y extraño.

Toda la obra está estructurada en forma de cartas escritas por Werther a su amigo Wilhelm. De esta forma conocemos de primera mano los sentimientos del protagonista, la visión subjetiva que el personaje tiene de los acontecimientos. La acción transcurre en un período de año y medio, desde el 4 de mayo de 1771 al 20 de diciembre de 1772. Más allá de un mero drama amoroso, Las desventuras del joven Werther constituye un retrato de un siglo de historia alemana, de una actitud ante el dolor y la vida. Se dice a menudo que la realidad imita al arte. Así lo atestigua la gran oleada de suicidios acontecida en Alemania tras la aparición del texto de Goethe. Matarse se convirtió en una moda, en un gesto de pureza, de lógica y verdad social. Un personaje de novela, Werther, se convierte al fin en símbolo del romanticismo alemán.

El Werther de Goethe nace en un momento histórico alemán en el que se rompe de forma radical con el culto a las reglas y a la razón predominante hasta ese momento. Se estaba forjando toda una revolución en la lírica, el drama y la novela. Pero será la novela epistolar del joven Werther la que deslumbrará dentro de este ambiente de revolución formal y temática. Su aparición en otoño de 1774 supone la finalización en Alemania de una literatura dependiente de estilos y formas heredadas de regiones vecinas, de Inglaterra y Francia principalmente.


3. TEMAS DE WERTHER

El amor
El joven héroe - porque es un héroe del sentimiento- todavía llora la muerte de su amiga cuando conoce a Carlota y se enamora de ella. Así le sucedía a Romeo cuando conoció a Julieta, apenas convalecía de un amor perdido. Esto quiere decirnos que hay una especial predisposición al amor en algunas naturalezas humanas. Una gran capacidad de amar, una especie de estado permanente de enamoramiento que da lugar al nacimiento de una gran pasión. En el Romanticismo, tales naturalezas ardientes eran consideradas como seres superiores, como "almas bellas", ennoblecidas por el sentimiento. Cuando Werther exclama: "¡Ay, lo que yo sé, todos pueden saberlo!... ¡Sólo mi corazón es mío!" está proclamando un individualismo desde los sentimientos: frente al ser que piensa, el ser que ama.
La teoría de la superioridad del hombre apasionado es puramente romántica. El que ama, nos dirá Goethe, se siente casi un dios en su influyente plenitud, y todo cobra sentido a través del amor. La infinita pasión, la vehemencia del temperamento, enriquece al ser humano. "¿Qué es para nuestro corazón el mundo sin amor?", escribe Werther en su diario; y vuelve a repetir al amigo confidente: " Es cierto, sin embargo, que no hay en el mundo cosa que más necesite el hombre que el amor". De ahí que Werther sea una figura desmesurada, que ha estado muy próxima a la felicidad y que se encuentra, de pronto, criatura solitaria, sumergida en el dolor.

Werther no es el único amador. Su caso se repite, pues la pasión no es, en modo alguno, invención poética; es propia de los cultos y de los incultos, y se enseñorea de todos. La historia sencilla de un mozo enamorado de una señora viuda es como una modesta vida paralela del propio Werther, que le sirve de espejo y dice a los lectores que tanto entre los humildes como entre los altos la pasión es poderosa. Los tristes presagios del mozo campesino anuncian el final catastrófico de Werther. orque el amor romántico ha de ser desgraciado: cuando Werther y Carlota, en aquella maravillosa entrevista final, se confiesan sin palabras su pasión, es ya demasiado tarde.

El ideal femenino

Carlota, desde aquella primera aparición con su sencillo traje blanco con lazos de un rojo pálido, es el bello ideal femeninoo del Romanticismo. Es la mujer natural, espontánea, sencilla. Hay un simbolismo inconsciente. Werther y Carlota, rodeada de sus hermanitos, que podrían ser sus hijos, son la imagen anticipada e una felicidad que se hace imposible. Werther y Carlota forman esa pareja prefecta que por muy poco no se puede realizar, sólo por una promesa hecha a destiempo, por una indecisión inoportuna, pero que marca toda una vida.


El “mal del siglo”
El joven romántico que es Werther no sólo padece de amor: es un alma solitaria en una sociedad que no le gusta. Le molestan las relaciones burguesas, la burocracia, el ceremonial, y, rebelde, libre y orgulloso, se opone al servilismo y al envilecimiento, lo que le cuesta la destitución de su cargo. A las penas del joven Werther se añade un descontento hacia el ambiente que le rodea, donde hombres cautos y falsos tienen la mayor preponderancia.  Werther es feliz en el retiro de su cabaña; muy roussoniano, suele esconderse para gozar de la soledad elegida libremente y confundirse con la naturaleza. El individuo descontento de la sociedad, el joven sensible, anhela más que nunca ser comprendido por alguien; de ahí la fuerza con que se entrega a la pasión del amor.
El éxito fulminante de Werther (1776) se debe precisamente a que Goethe reflejaba en este intenso librito las preocupaciones y sentimientos de muchos de sus contemporáneos. El hastío de la vida, el tedio vital, la desesperación que ahonda en el alma de Werther no sólo provienen de un amor desgraciado, sino de un descontento general que sentía la juventud alemana por entonces. . Goethe labró con esta novela un modelo de oposición ante el mundo que muy pronto caló con profunda huella entre sus contemporáneos jóvenes, quienes se aprestaron a imitar al héroe novelesco en su modo heterodoxo y vehemente de enfrentarse a la sociedad y a la vida.

Razón frente a pasión
En la novela se perfilan diferentes rasgos del carácter del joven romántico, dibujando el mapa de una personalidad que puede definirse genéricamente como "pasional" frente a lo "racional".
El hombre razonable y el hombre apasionado están en los dos polos opuestos. En este librito, Alberto, el prometido y esposo de Carlota, es el hombre razonable, moderado, reflexivo, que a veces adolece de falta de sensibilidad. Desde el punto de vista de Alberto, Werther aparece como un insensato, embriagado por el delirio de sus pasiones, como un loco dominado por una furiosa e infinita pasión. Werther es el joven impulsivo que habla con ardor y cuya sangre corre más rápida por sus venas que la del hombre reflexivo. Si el lector adopta el punto de vista del hombre razonable, se asustará con los gestos wertherianos; pero si comprende a Werther encontrará vulgar y fría la figura de Alberto.
Arte y naturaleza
Al atractivo de la historia personal que encierran Las penas del joven Werther se une el encanto de la poesía, de la música y de la naturaleza. Werther y Carlota comienzan a amarse con el recuerdo de un gran poeta, Klopstock, en una tarde irisada de lluvia, y terminan exaltados con la lectura de los acantos de Ossian, iluminados por la nocturna luz lunar. Las melodías preferidas embellecen los momentos más líricos del sentimiento. Carlota al piano, tocando aquella música perturbadora, hace resonar las más íntimas vibraciones musicales del alma de Werther. La Música y la Literatura, en correspondencia con el sentimiento, dan a la pasión amorosa una fascinación difícilmente superable. Cuánto más hermoso todo, si el protagonista dice, al ver amarillear el otoño, que el otoño está en él, y que el torrente de las montañas, y el Sol, la Luna y las estrellas se ciernen sobre su cabeza mientras nubes apresuradas pasan por el cielo, igual que los veloces pensamientos sobre su frente.
El caso es que Arte y Naturaleza cobran sentido para el romántico en la medida en que se encuentran en consonancia con el alma del poeta, del genio, del artista, del hombre. El hombre romántico, apenado, busca ecos a su propio espíritu en la soledad de los bosques, en la belleza de los paisajes idílicos  y en los paisajes tempestuosos y embravecidos , identificando el entorno con sus propios sentimientos. Además de en la naturaleza, el romántico también encuentra sintonías de su propio espíritu en la Literatura y en las otras artes, siempre y cuando se trate de obras de verdaderos artistas por los que fluye el genio.
El suicidio
Werther representa a la perfección la angustia vital que, al hundirse la antigua armonía, sin que aparezcan otras soluciones, devora al hombre romántico. Werther encarna el profundo desengaño y el vacío existencial propios de su época y, como tantos jóvenes, se deja llevar por el sufrimiento y la desolación. Acuden con frecuencia al personaje pensamientos desesperados, pesimistas, asesinos y suicidas que anuncian la desgracia final: no hay otra salida para la desesperación del hombre romántico.
La religión

Werther, a diferencia de otros personajes románticos no llega a enfrentarse con la religión y con Dios: él, aunque con ciertas reticencias que le hacen ser crítico con las creencias, aún respeta la Biblia. Hay que recordar que no todos los románticos fueron exaltados y, aún, que muchos de ellos vieron en la ortodoxia y el conservadurismo otra posible vía de escape al "mal del siglo".

4. ANÁLISIS FORMAL DE WERTHER

1. ASPECTOS TÉCNICOS

La estructura

La novela está dividida en tres partes que se mencionan como Libro primero, Libro segundo y El editor al lector. El Libro Primero comprende las cartas escritas entre el 4 de mayo 1771 y el 10 de septiembre de 1771. El Libro segundo comprende las cartas escritas entre el 20 de octubre de 1771 y el 6 de diciembre de 1772. El Editor al Lector   incluye el relato del final de la relación entre Werther y Carlota, además de sus últimas cartas, escritas en diciembre de 1772, así como la traducción del poema del supuesto autor Ossián, titulado Songs of Selma.

El punto de vista

Los dos primeros libros y parte del tercero están escritos en forma de cartas. El narrador es, por tanto, un narrador primera persona central: el propio protagonista, que cuenta en sus cartas sus sentimientos y lo que estos le provocan. Esta primera persona se expresa con intimidad, y con un tono muy subjetivo, lo que cuenta es para él una experiencia emotiva, esto hace aumentar la sensación de autenticidad y refuerza la verosimilitud, dándole mayor credibilidad y acercándole más al lector. Como tal, solo cuenta sus sentimientos y sus emociones, al contrario que haría un narrador omnisciente que sabe lo que piensan todos los personajes, no conoce lo que pasa por la mente de los otros personajes que participan en la novela, aunque a veces por sus gestos o sus reacciones intuye alguna cosa.

En la tercera parte el narrador pasa a ser el “editor” que narra la historia en tercera persona a partir de los testimonios de trozos de cartas de Werther o de relatos de otros personajes. Se trata, pues, de una narrador tercera persona omnisciente con respecto a la historia de Werther, aunque se identifica en primera persona (sería el mismo caso de los jóvenes que narran los distintos cuentos del Decamerón: aparecen al principio en primera persona, pero luego desaparecen del relato y se convierten en terceras personas). En esta parte final se dejan de mostrar los sentimientos y la narración está contada de forma más objetiva, con predominio de verbos de acción.

La técnica narrativa

Goethe construye el Werther como una novela epistolar: simula ser una colección de cartas escritas a un tal Guillermo,  a quien Werther comunica sus decisiones y pide consejo, expresando sus sentimientos con intimidad y un tono muy subjetivo. Este recurso permite al autor destapar libremente y con verosimilitud el alma del protagonista, además de dar mayor verosimilitud a los cambios en el personaje y a las variaciones en el ritmo narrativo, para subrayar la evolución psicológica del protagonista.

Werther recoge en algunas cartas las respuestas de su amigo Wilhelm, por ejemplo, la carta del 3 de septiembre, lo que produce en ocasiones un efecto de perspectivismo.

Al final de la obra, Goethe emplea la técnica del narrador-editor, que cuenta la historia en tercera persona a partir de los testimonios de trozos de cartas de Werther o de los relatos de otros personajes: se trata de un nuevo recurso narrativo que refuerza la verosimilitud del texto, salvando el obstáculo que supondría el que Werther fuese narrador de su propio suicidio y de  su entierro.

El marco escénico

El tiempo narrativo es lineal y la acción se desarrolla gradualmente, captando desde el principio la atención del lector. Los hecho arrancan del 4 de mayo de 1771 y acaban con el entierro de Werther el 26 de diciembre de 1772.

El tiempo en Werther se presenta de forma discontinua, y los períodos de tiempo transcurridos entre las cartas no son siempre semejantes; lo que podría ser fruto del cambiante estado de ánimo de Werther. En la tercera parte las referencias temporales iniciales precisas desaparecen, cosa lógica porque ya no es el protagonista sino el editor quien refiere los acontecimientos. Éste alude en el curso de su relato a la progresión temporal de dichos acontecimientos.

En cuanto al ritmo,  se relatan  detalladamente los acontecimientos de unos pocos días (ritmo lento) en la primera y la tercera parte, mientras que en la segunda apenas se citan algunos hechos dentro de  un período largo (ritmo rápido), probablemente porque esta parte es menos significativa para el desarrollo de la historia sentimental.

El lugar donde tiene lugar la mayor parte de la acción no tiene nombre, aunque Werther dice, en la carta del día 26 de mayo, que ha construido su cabaña a una legua de la aldea de Wahlheim, un pueblo idealizado por Werther, cuyo entorno natural parece proporcionarle una gran paz espiritual y motivar sus inquietudes artísticas. En general, las localizaciones espaciales concretas son escasísimas, debido a que se da más importancia al desarrollo de la acción que al lugar donde se da la misma.

También se alude a varios espacios interiores como la casa de Werther, donde se produce su trágica muerte, y en la cual le gustaba tanto dedicarse a la pintura y la lectura tras su mudanza, y la de Carlota,  en la cual Werther pasa mucho tiempo debido a su amor por ella, pese a  la  presencia del marido de Carlota, Alberto. Previamente se alude también a la casa familiar de su enamorada. No tenemos descripciones de estos espacios burgueses, que sirven de lugar de encuentro entre los personajes, pero sí que resulta significativa la tertulia en casa del Conde C., pues se alude al hecho de que Werther, tras asistir a ella,  se retrasa en su marcha por la presencia de una bella dama, llamada B., entre los nuevos invitados que van llegando a la casa del Conde; éstos, de clase social superior a los participantes en la tertulia, empiezan a cuchichear hasta que su descontento llega a oídos del Conde C., el cual habla con Werther, y le dice amablemente que los presentes en la reunión no están a gusto con su presencia, con lo que Werther se retira apresuradamente. Este incidente  demuestra que se trata de una sociedad donde cada clase social comparte los espacios separadamente.

Sin embargo, sí cobra gran importancia el tratamiento de la naturaleza, que frecuentemente conecta con el estado de ánimo del protagonista, ya que las emociones acentúan la percepción de estímulos externos.  Así, cuando Werther se siente enamorado y mantiene cierta esperanza, admira, por ejemplo,  lo refrescantes que parecen los campos después de llover o la belleza de los árboles. Sin embargo, en la carta del 12 de Diciembre, desesperado ya por su situación amorosa,  siente la llamada de la muerte ante una naturaleza tempestuosa: el deshielo que provoca una inundación, el violento viento que mece las aguas, la desaparición momentánea de la luna… son algunos acontecimientos que narra Werther debido a ese cambio emocional.

Los personajes

Los personajes principales que participan en el libro son el triángulo amoroso formado por Werther, Carlota y Alberto; pero, además de ellos, intervienen en el libro más personajes, como los hijos de Carlota, distintos administradores y condes a los que Goethe no da nombre, etc. Como los nombres de los lugares, también los de las personas son ostensiblemente ocultados tras iniciales o apodos. Probablemente se trata de un recurso más para producir sensación de verosimilitud: si jugamos con la ficción de que el personaje existió realmente y los lectores conocemos su historia por la correspondencia que dejó, es lícito pensar que un joven tan exquisito, o su editor, quisieran proteger el anonimato de las personas mencionadas en el libro.

WERTHER: es un joven artista, dotado de una gran cultura, sensible y apasionado, amante de la naturaleza. Además de esto, es una persona solitaria que vive en una sociedad que aborrece: no le gusta la burocracia, las distinciones entre clases y el tener que mostrarse de una manera “políticamente correcta”.

CARLOTA: representa el ideal femenino del romanticismo. Es una mujer bella, culta, espontánea, natural y sencilla, que personifica el papel de mujer-madre, responsable y atenta a todo y todos los que la rodean.

ALBERTO: el futuro marido de Carlota es el contrapunto a la figura de Werther: es un hombre razonable, moderado y reflexivo. A veces se muestra falto de sensibilidad y por eso no entiende ciertas cosas de la manera de pensar y actuar de Werther.

2. ASPECTOS ESTILÍSTICOS

Frente a los fríos modelos del Neoclasicismo de origen francés, el Sturm und Drang estableció como fuente de inspiración el sentimiento en vez de la razón y tuvo como modelos las obras de William Shakespeare y Jean-Jacques Rousseau.
Confianza en la inspiración y abandono de las reglas. Los románticos cultivan el concepto del "genio": se atribuye al artista un don especial para la creación, que depende más de una cualidad personal y congénita que de la formación y la técnica que haya cultivado. El arte está en el artista, y no en su trabajo y dedicación. Partiendo de esta idea, el creador deja que fluya su arte sin ponerle trabas ni tratar de darle forma. Por ello, las obras de esta tendencia son a menudo irregulares, desiguales, e incluso, a veces, incoherentes o inconclusas. En Werther la unidad de estilo está bastante lograda, pero observamos que las cartas del joven protagonista son a veces más extensas o más breves de lo normal; en ocasiones se expresa con laconismo y otras se muestra más locuaz. No olvidemos, además, el final del libro que rompe con la técnica epistolar y el tono al que se nos ha acostumbrado desde el principio de la obra. Al leer el texto, recibimos la impresión de que cada nuevo fragmento es, efectivamente, fruto de la inspiración y el estado ánimo del autor en el instante de su redacción. , Goethe afirmó -sea cierto o no -haber escrito el libro en tan sólo cuatro semanas, a lo largo de las cuales  habría dejado que su genio transformase las penas que efectivamente lo abrumaban en una forma artística.
Patetismo: En el Werther aparecen reflejados lo elementos más significativos de la exaltada iconografía romántica y del Sturm und Drang. Sirven a este estilo recursos como las exclamaciones, exageraciones, reticencias, preguntas retóricas, interjecciones y cierta tendencia al retoricismo que en ocasiones puede resultarnos incluso pedante a pesar del ideal de sencillez tantas veces expresado por Werther. El narrador a menudo trae a colación imágenes y metáforas para explicarse. A veces las figuras retóricas se mencionan expresamente.

Iconografía lúgubre, oscura, lánguida, crepuscular.

Presentación del pasado no ya como el sencillo mundo rousseauniano sino cargado de las evocaciones gloriosas que el medievo despertó en los románticos.

Presencia de elementos pasionales y sentimentales:como las lágrimas, con las que frecuentemente baña las manos de Carlota u otros personajes, o los suspiros incesantes por los que se le escapa la vida.
5. PAUTAS PARA EL COMENTARIO CRÍTICO DE WERTHER

Un tema interesante que se puede tratar en el comentario crítico es el del impacto social que provocó el libro en su época. La publicación de la obra supuso un auténtico boom, y el libro se convirtió en poco tiempo en un fenómeno de masas, generando situaciones a las que hoy estamos muy acostumbrados. El “Werther” inspiró parodias en otras novelas, poemas y dramas teatrales, además de generar un merchandising que hasta entonces no se conocía: en la época llegó a venderse una colonia del libro (eau de Werther), muñequitos que caracterizaban a Carlota y Werther, abanicos y guantes con la figura de los personajes, se vendían réplicas de la ropa que llevaba Werther, así como tazas, joyas, etc.

Pero las repercusiones de la obra fueron más allá. En el libro se puede ver como Werther, para poner fin a todos sus sufrimientos, decide suicidarse pegándose un tiro. Y muchos jóvenes de esa época que se sentían apenados por los mismos motivos que Werther decidieron suicidarse de la misma manera que él: se vistieron igual, se sentaron en un escritorio, abrieron un libro y se dispararon…

Sería interesante también relacionar este impacto del Werther con la capacidad de sugestión que tienen hoy en día los medios de comunicación, especialmente la televisión y también Internet, a través de las redes sociales: se construyen modelos sociales, se establecen comportamientos a imitar, se manipula y condiciona la respuesta del público…

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