COMENTARIO EL DECAMERÓN
El celoso le dijo:
-Mala mujer, a pesar tuyo sé lo que le dijiste, y
tengo que saber quién es el cura de quién estás tan enamorada y que contigo se
acuesta todas las noches por sus ensalmos, o te cortaré las venas. La mujer
dijo que no era verdad que estuviera enamorada de un cura. -¿Cómo? -dijo el
celoso-. ¿No le dijiste esto y esto al cura que te confesó? La mujer dijo:
-No que te lo hubiera contado sino que hubieras
estado presente parece; pero sí que se lo dije. -Pues dime -dijo el celoso-,
quién es ese cura y pronto.
La mujer se echó a reír y dijo:
-Me agrada mucho cuando a un hombre sabio lo
lleva una mujer simple como se lleva a un borrego por los cuernos al matadero;
aunque tú no eres sabio ni lo fuiste desde aquel momento en que dejaste entrar
en el pecho al maligno espíritu de los celos sin saber por qué; y cuanto más
tonto y animal eres mi gloria es menor. ¿Crees tú, marido mío, que soy ciega de
los ojos de la cara como tú lo eres de los de la mente? Cierto que no; y
mirando supe quién fue el cura que me confesó y sé que fuiste tú; pero me propuse
darte lo que andabas buscando y te lo di. Pero si hubieses sido sabio como
crees, no habrías de aquella manera intentado saber los secretos de tu honrada
mujer, y sin sentir vanas sospechas te habrías dado cuenta de que lo que te
confesaba era la verdad sin que en ella hubiera nada de pecado. Te dije que
amaba a un cura; ¿y no eras tú, a quien equivocadamente amo, cura? Te dije que
ninguna puerta de mi casa podía estar cerrada cuando quería acostarse conmigo;
¿y qué puerta te ha resistido alguna vez en tu casa donde allí donde yo
estuviera has querido venir? Te dije que el cura se acostaba conmigo todas las
noches; ¿y cuándo ha sido que no te acostases conmigo? Y cuantas veces me
mandaste a tu monaguillo, tantas sabes, cuantas no estuviste conmigo, te mandé
a decir que el cura no había estado. ¿Qué otro desmemoriado sino tú, que por
los celos te has dejado cegar, no habría entendido estas cosas? ¡Y te has
estado en casa vigilando la puerta y crees que me has convencido de que te has
ido fuera a cenar y a dormir! ¡Vuelve en ti ya y hazte hombre como solías ser y
no hagas hacer burla de ti a quien conoce tus costumbres como yo, y deja esa
severa guarda que haces, que te juro por Dios que si me vinieran ganas de
ponerte los cuernos, si tuvieras cien ojos en vez de dos, me daría el gusto de
hacer lo que quisiera de guisa, que tú no te enterarías! El desdichado celoso,
a quien le parecía haberse enterado muy astutamente del secreto de la mujer, al
oír esto se tuvo por burlado; y sin responder nada tuvo a la mujer por sabia y
por buena, y cuando tenía que ser celoso se despojó de los celos, así como se
los había vestido cuando no tenía necesidad de ellos. Por lo que la discreta
mujer, casi con licencia para hacer su gusto, sin hacer venir a su amante por
el tejado como los gatos sino por la puerta, discretamente obrando luego,
muchas veces se dio con él buenos ratos y alegre vida.
1.- Explica a qué movimiento literario y artístico
pertenece Giovanni Boccaccio, así como qué otros escritores y artistas forman
parte de su misma época y movimiento.
2.- Explica qué influencia tuvo la obra de
Boccaccio en la literatura y en la cultura europea.
3.- Exponga el
tema del fragmento y relaciónelo con el resto de la Jornada VII
4.- Analiza los
aspectos formales del texto.
5.- Explica tu
valoración personal y realiza un comentario crítico sobre el conjunto del
libro.
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